Prólogo: el eco que vuelve desde el mar

Hay músicas que nacen del reencuentro. Otras, de la pausa, de ese silencio que sólo un trío con historia puede llenar sin decir palabra. En el caso de Supernova Jazz Trío, el regreso tuvo algo de esas dos cosas: un retorno después de los cruceros, después de la distancia, después de los meses de dispersión en el tiempo.

Fernando Tomassini —baterista y memoria viva de este viaje sonoro— lo dice sin grandilocuencia, con esa calma de quien escucha más de lo que habla: “Esto se hizo porque… bueno, se iba a mezclar con lo que yo estaba viviendo en la vida de los cruceros…”.

Así empezó todo: una fecha que nació por WhatsApp, un reencuentro elegido casi al pasar, pero que terminó abriendo la puerta a la historia de una banda que lleva más de catorce años tocando juntos y reinventándose.

1. Volver a tocar: ¿cómo se reinicia una historia compartida?

El regreso tuvo lugar en Fanes, un espacio íntimo, cálido, con el rumor de una casa que conoce la música. Allí, Fernando, Fer Balestra y Liso se reunieron después de nueve meses sin ensayar.

Uno solo bastó. La química entre ellos era un idioma ya aprendido. Eligieron un repertorio clásico de Supernova: piezas propias y versiones de Luis Alberto Spinetta, el alma que acompaña al trío desde sus comienzos.

“Siempre tratamos de que los conciertos no sean demasiado extensos —dice Tomassini— y dejar a la gente con ganas de más”. El show duró poco más de una hora, pero dejó esa sensación de continuidad, de algo que no se cierra del todo.

2. Los orígenes: ¿qué se aprende tocando en trío?

Cuando Supernova comenzó, la pretensión era clara: aprender a tocar en trío a la manera de los grandes referentes de ese formato. El repertorio inicial incluía temas de Bill Evans, Keith Jarrett y Chick Corea —maestros del jazz moderno—.

Pero pronto apareció la impronta local: Fer Balestra propuso trabajar sobre la obra de Spinetta, y así nació el primer disco, L.A.S., un álbum de versiones que funcionó como catapulta.

De pronto, la gente del jazz y del rock empezó a mirarlos con curiosidadLa banda llenaba el Fórum, en Corrientes 123, donde la capacidad se desbordaba al punto de tener que hacer dos funciones por noche. Ahí, dice Fernando, “empezó todo”.

Supernova en Fanes

3. Cuba: el viaje que confirmó un camino

El trío viajó dos veces a Cuba, y en ambas ocasiones algo cambió. La primera fue en 2017, cuando Tomassini llevó el disco L.A.S. casi como un amuleto. A los cubanos les fascinó. “Conocen a Spinetta por Fito Páez, conocen mucho del rock nacional”, cuenta.

Ese entusiasmo los llevó al Festival Jazz Plaza Café, donde Supernova mostró su sonido ante un público que los recibió con sorpresa y calidez. En el segundo viaje, un año después, presentaron Continuo, su segundo disco: una mezcla de folclore argentino, milonga, vidala, pop-rock y hasta una versión de Careless Whisper de George Michael.

También incluía Oblivion de Piazzolla y composiciones originales de Balestra, con algunos pasajes cantados. El disco consolidó la identidad mestiza del trío: el jazz como puente entre mundos.

4. La madurez: ¿cómo se construye un sonido propio?

Con los años, Supernova se fue desprendiendo de los modelos y empezó a buscar su propia voz. El tercer disco marcó ese punto de inflexión: una hibridación total entre lo eléctrico y lo acústico.

Seis temas de cada uno, una mezcla difícil de equilibrar. “La masterización fue un gran desafío —dice Fernando—, queríamos que lo eléctrico sonara más tranquilo y lo acústico conservara su organicidad”.

El resultado fue una síntesis elegante: energía contenida, matices cuidados, un aprendizaje colectivoDe las influencias de Brad Mehldau Trio y del jazz europeo, Supernova pasó a un lenguaje más personal, donde la melodía argentina se filtra entre los acordes, y el silencio tiene tanto peso como la nota.

Supernova en Fanes

5. Xul Solar y el deseo de expansión

Fer Balestra propuso un nuevo proyecto: Código Solar, una obra inspirada en el universo de Xul Solar.

“Fue algo totalmente nuevo, casi camerístico —dice Tomassini—, con compases irregulares, folclore contemporáneo y una estética piazzolliana.” Cada “Código” consta de tres movimientos, una suerte de suite moderna. El proyecto quedó en pausa cuando Fernando viajó a los cruceros, pero su energía sigue latente, esperando retomarse.

6. Entre el jazz y la vida: ¿cómo se sostiene un grupo?

La conversación se vuelve íntima cuando Fernando habla del tiempo, del deseo, de la constancia que implica sostener un trío durante más de una década. 

“Para que el grupo se mantenga junto, el deseo de cada uno tiene que estar vivo —dice—. Si no, se nota en cómo suena.” Su voz tiene la calma de quien ha tocado mucho, pero aún se emociona con el pulso de un ritmo nuevo.

En su batería conviven los cortes precisos, el pulso del latin jazz y la intuición de quien sabe escuchar. “Yo cambio el estilo de los temas con los diferentes cortes —explica—. Liso va más a las bases y riffs. Fer, desde el piano, compone la mayoría de los temas. Cada uno aporta lo suyo, y eso mantiene viva la energía”.

Epílogo: la constelación continúa

Supernova Jazz Trío no es sólo un grupo: es una conversación que dura catorce años. Entre los ensayos, los viajes, los escenarios y las pausas, su música se volvió una forma de amistad.

No hay apuro en sus palabras, ni en sus silencios. Quizás por eso, cada vez que vuelven a tocar, algo del pasado se ilumina y algo del futuro empieza a latir.

Porque en el fondo, el jazz siempre fue eso: una manera de volver a empezar.