“Ya van a hacer 17 años que vivo en el medio Oriente, pero recién en este 2023 puedo decir que tengo varios proyectos que me llenan el alma. ¿El más inmediato? Recibirme en julio de profesora de arpa, me queda una materia, la que estoy preparando con toda la fe y la ilusión del mundo”.
Siempre es un gusto hablar con ella. Va y viene en el tiempo sin olvidarse de nada, sus historias están plagadas de anécdotas y no reniega de su pasado por más que ahora viva de sueño en sueño del otro lado del mundo.
Prácticamente adaptada a una cultura bastante diferente a la nuestra, Alejandra Medrano, bahiense y amante de la música y el arte, dice vivir pendiente de la “vuelta al pago”, a nuestro país, a su ciudad natal, a reencontrarse con ciertas culturas bien “argentas”, a degustar el asado tan postergado y a disfrutar de esas interminables reuniones familiares y de amigos que empiezan un día y terminan al otro.
Alejandra es alumna del Profesorado de Música de Bahía Blanca, en la orientación Arpa, instrumento que la inspiró a soñar con una vida renovada fronteras lejanas a nuestro territorio argentino. Probó, le gustó y se quedó… Después de viajar por Bahrein, Qatar y Líbano, su destino final, parece ser, Abu Dhabi, capital de Emiratos Árabes Unidos.
Sin trabajo en plena pandemia, sobrevivió ofreciendo eventos privados (grupos de no más de 10 personas) y dando clases on line, siempre con la venia de poder alquilar y convivir en casas de familias musulmanas o emiratíes.
“La cultura árabe te cautiva, vivir en este mundo te permite ser quien querés ser sin mirar a quien “, señaló de movida esta referente de nuestra cultura nacional, que sigue recorriendo los distintos loobys de los hoteles más lujosos del planeta –como son los de la isla del Golfo Pérsico– entreteniendo con su música a turistas del mundo entero.
“Toco durante 40 minutos mientras la gente toma un café, es muy lindo, súper emocionante que te escuchen y te miren con atención”, sostuvo Alejandra antes de nombrar a las playas de Monte Hermoso como uno de los lugares que más extraña.
“Acá en Abu Dhabi hay playas públicas y privadas, pero no son extensas ni tienen tanta arena como las de nuestra costa atlántica. Te lo digo en serio: la de Monte no la cambio por nada”, sentenció con orgullo.
No le fue imposible sintetizar la vida que lleva en la segunda ciudad más poblada de los Emiratos, aunque prefirió, casi como un juego de palabras, dividir su testimonio en capítulos, como si fuera el prólogo de un libro que empieza a escribir con la irrupción del Covid 19 y que continúa con todos los trastornos que le generó el hecho de ser extranjera en un país donde el idioma es lo más difícil de aprender.
Capítulo 1
– “Entre 2010 y 2019 trabajé en un hotel donde tenía todas las comodidades al alcance de la mano. Al cabo de los diez años, una crisis global y ciertos problemas que no vienen al caso comentar hicieron que mi contrato se interrumpa el 31 de enero de 2019, y esa decisión –ajena a mi, por supuesto– me partió al medio. Más allá de estar en el book de artistas, en enero no te da empleo nadie porque ya están mentalizados y organizados para el Ramadán (se está celebrando en este momento, hasta el 21 de abril)”.
– “Con la Visa que me había otorgado el país y la acomodación (alojamiento) que me daba el hotel, trabajé dos meses más tocando en eventos privados, lo que me posibilitó comprar los pasajes para irme a España con la idea de empezar de cero otra vez. Incluso, la intención fue mudarme con el arpa, con todo lo que ello significa”.
– “Fue a probar suerte a Málaga, donde tengo una parte de mi familia y casa propia. Por algunos contactos con la muni y el ayuntamiento local, empecé como artista callejero, una experiencia inolvidable. El arpa llegó en mayo de 2019 y me esforcé durante tres meses dando conciertos y brindando distintos espectáculos, pero todo lo que había proyectado no funcionó. Ne me pude adaptar a España laboralmente”.
– “Toqué el arpa en la calle, la gente se acercó, hubo química; descubrí un mundo mágico, pero para conseguir continuidad es necesario contar con un permiso del ayuntamiento o ser residente, y yo había ido con Visa de turista”.
– “El 26 de junio de 2019 me volví a Emiratos. Una amiga me dio albergue en su casa, aunque estuve hasta mediados de octubre sin trabajo. Audicioné en un montón de lados, incluso había realizado un curso de arpa-terapia para trabajar en hospitales, en el área de oncología infantil, pero no hubo caso. De hecho firmé dos contratos, pero a la semana me llamaron porque habían cambiado de idea. Fue un año donde se cortaron presupuestos laborales y se dio un llamativo exodo de pobladores emiratíes. Y eso que no habíamos entrado en pandemia”.
– “Mientras el país se llenaba de músicos colombianos y paraguayos, quienes ofrecían servicios por presupuestos menores a los normales y varias veces arreglaban por abajo de la mesa, me dediqué a dar clases de arpa y esperé a que todo se acomode. Yo quería trabajar y cobrar mi comisión sin ser parte de una corrupción que crecía día a día”.
– “Cuando todo volvió a la normalidad, Dios me mandó una de las experiencias más relevantes que tuve después de ese 2019 complicado. Empezar a trabajar en el hotel resort Al Sarab Desert Resort by Anantara me movió todos los sentidos. Un oasis de cinco estrellas en el medio del desierto, en el área de Liwa, en Abu Dhabi, a 900 kilómetros de la frontera con Arabia Saudita”.
– Fui la primera artista que contrataba el lugar; me costó, no puedo decir que no, es el hotel y nada más, tenés que ser muy especial para trabajar y vivir en un sitio inhóspito como ese. Me tuve que adaptar psicológicamente, aunque espiritualmente hice la paz con Dios y todo fue viento en popa. El desierto es magnífico, ahí te encontrás con vos mismo y con ese ser superior en el que tanto crees. Ese contrato me cambió la cabeza”.
– “La primera señal que me envío Dios fue encontrarme con una administradora argentina que llevaba muchísimo tiempo trabajando en el hotel. Ella me dio la fórmula para hacerle frente a la envidia hostil de algunos de los empleados, porque en definitiva, tus compañeros y colegas pasan a ser tu familia o tus peores enemigos. El lugar, remoto, te condiciona, porque ves siempre las mismas caras y para cambiar de aire, al menos por un rato, te tenés que ir en avión. Es un lugar alejado de la civilización”.
– “Muchas veces el problema de la comunicación, relacionarte con gente que maneja distintos idiomas, crea una especie de recelo y rispidez entre los distintos departamentos que trabajan para el hotel. ¿Y qué pasa? Lo que suele suceder en otros ambientes laborales: se pasan la pelota de un lado al otro y se echan culpas mutuamente”.
– “A los cuatro meses ya me había conectado con el desierto. Tocar el arpa en la arena, a la noche, entre dunas y camellos, con las estrellas de testigo, es abrazar el infinito por un rato. Además, recibir el año nuevo con fuegos artificiales es increíble”.
– “Los domingos viajaba a la ciudad, a 550 kilómetros, para dar clases. Volvía el lunes cerca de las 3 de la mañana, y a veces paraba en el camino a contemplar el universo en medio de gigantescas montañas de arena. Se ve el planeta marte, y no te estoy mintiendo. Es el paraíso”.
– “Cuando llegaron las primeras noticias sobre la aparición del coronavirus, el hotel albergaba a 400 chinos todos los días, que encima no usaban barbijo porque para ellos la pandemia no estaba declarada. Encima el encargado nos decía `si se ponen barbijo, es su último día de trabajo´. No pude aguantar, me cortaron el contrato y volví a Argentina, donde permanecí hasta octubre de 2020. Decidí regresar a Abu Dhabi, con la residencia abierta pero sin trabajo”.
«El Islam es amor, solidaridad y comprensión»
– “Tenía la Visa, pero un arpa en España y la otra en Argentina. Me mantenía con ahorros de emergencia y sobrevivía con eventos que me alcanzaban para alquilar y comer. Fue duro, hasta que apareció la chance de ir a trabajar al hotel de Liwa. En dos meses junté el dinero equivalente a un año de alquiler”.
Capítulo 2
– “En enero de 2021 me tocaba alquilar por primera vez en mi vida. Compartir casa con una familia musulmana (mi lugar era una habitación con baño privado), ser parte de sus costumbres, de lo permitido y de lo prohibido, fue una experiencia inolvidable. Le daba clases a cuatro chicos emiratíes y ese era mi único ingreso mensual. Son personas muy cálidas y amorosas; palabras mayores para su cultura”.
– “En Argentina relacionan al Islam (se refiere a la religión monoteísta practicada por los musulmanes) con el terrorismo, y están muy equivocados. El Islam es amor, solidaridad y comprensión. No te miran raro, siempre te tratan de ayudar. Y no me lo contó nadie, lo experimenté durante casi un año”.
– “El 8 de diciembre de 2021, el gobierno me otorgó la Golden Visa, que me permite permanecer legalmente en Emiratos Arabes por diez años. Empecé a moverme como freelancer, a ser el sponsor de mi propio talento. Un regalo, o trofeo, que ligué por mi constancia y por haber estado durante casi 17 años en el país. Argentina me dio la educación, poder estudiar en un conservatorio, pero Emiratos me adoptó y le debo lo que soy como profesional”
– “En octubre de 2021 me incorporo al hotel Shangri-La Qaryat Al Beri, en Abu Dhabi, y hace poco me volvieron a renovar el contrato hasta septiembre de 2024. Pude traer mi arpa desde España, una reliquia francesa de 103 años que es pura historia. Están todos asombrados”.
Capítulo 3
– “En plena pandemia había prometido que me iba a recibir en menos de dos años. Había dejado colgados ocho finales del profesorado de arpa y no me entraba en la cabeza no tener el título. Fui cursando y aprobando los exámenes on line y solo me quedó una materia, justamente arpa, la tesis final, que la voy a rendir ahora en julio”.
– “Me arrepiento de no haberme recibido en mi país, aunque las cosas se dan por algo. A mi edad, voy a terminar la carrera, es muy importante cerrar el capítulo de estudiante para empezar a pensar como profesional. Necesito el diploma, por suerte es un desafío que esta llegando a su fin”.
– Una vez que sea profesora, me quiero sumar a la orquesta de un instituto británico que le brinda a sus alumnos (de nivel primario y secundario) clases personales de un determinado instrumento. Me están esperando para ir a tocar con ellos, sé que no costará la adaptación. En este momento hacen repertorios clásicos para chicos aprendices. La idea es avanzar, involucrarme de a poco en forma voluntaria. Mi sueño era tocar en la orquesta sinfónica, así que esto puede satisfacer en parte ese deseo”.
– “Me encantaría tocar el concierto para arpa de Ginastera. Es muy complicado, aunque no me voy a dar por vencida: al menos interpretar el tercer movimiento, que es el que más me gusta. Sería alcanzar un objetivo relevante teniendo en cuenta el ego musical”.
– “Trabajar en los hoteles es atrapar sueños constantemente, tocar frente a personalidades famosas del mundo, como Barack Obama (ex presidente de EEUU) o París Hilton (modelo, actriz y cantante), es un privilegio que solo esta profesión te puede ofrecer”.
– “Después de recibirme, pienso en retomar mis estudios de árabe, empezar con cursos intensivos que me permitan entender aún más un idioma que solo estoy cazando al vuelo. Me quiero dedicar a la pintura, un arte que me atrapó siempre, y también a meter horas en el gym para cuidar el cuerpo y la silueta…(risas)”.
– “Estoy en permanente contacto con Abe (Abelarda Moro) para formar parte de espacio Fanes (`el templo del arte´, según su mentora). Si voy a Bahía y consigo un arpa, la idea es hacer un concierto en ese lugar. Y también, si se puede, una exposición audiovisual con cuadros que pinté hace rato y que ahora tengo guardados”.
– “Si todo sale bien, la idea es viajar para allá entre julio y septiembre de 2024. Quiero ir a retirar mi título y, además, reunir a toda la familia para navidad y año nuevo. Sueño con esa foto junto a los seres queridos que me bancaron con esta locura de poder recibirme a los 39 años, con el teatro municipal de fondo y yo vestida de rojo. Es un anhelo que vengo maquinando desde hace un tiempo”.
– “Quiero agradecerle personalmente a las autoridades del conservatorio, que me dio la posibilidad de estudiar en plena pandemia y las herramientas para que me pueda formar como artista”.
– “En esta profesión no todo es color de rosa, pero es necesario soñar en grande; no existen los imposibles mientras uno confíe en si mismo. Todo comienza como un sueño, como el mío, que fue viajar por la música y conocer distintos países. Eso me hace feliz y lo puedo gritar a los cuatro vientos.