Luis Alberto Spinetta fue, ante todo, un artista generoso. Lo fue con sus «colegas» músicos del rock argentino, apadrinando a varios de ellos en su extensa carrera, y colaborando en un sinfín de proyectos y bandas que dejaron un cancionero inagotable para la posteridad. Y fue generoso, además, con la cultura de su tiempo, ya que transformó al pop y al rock en una herramienta de referencia y cercanía con otras expresiones del arte como la pintura, la danza, la música clásica y la filosofía. A continuación, una revisión primaria de los autores y pensamientos que influyeron de forma decisiva en la obra del «Flaco» a través de su carrera y cómo su lírica recoge elementos del pensar filosófico.
Por estos días, el docente de filosofía Darío Sztajnszrajber presenta por distintos países del continente su espectáculo «Desencajados», en el que mezcla elementos del teatro, el rock y la filosofía. El show comienza con la canción «El anillo del Capitán Beto», de Invisible (1976). Respecto a su sentido filosófico, Darío señala: «Lo que Spinetta figuró en esta letra, incluso sin proponérselo, es una metáfora del quehacer filosófico: la de ir perdiéndose en un viaje hacia ningún lado, a la deriva de preguntas filosóficas que no descansan cuando alcanzan una respuesta, sino que en realidad buscan desestabilizar respuestas que tenemos normalizadas, para poner en tensión el sentido común».
El sentido del viaje propuesto por Spinetta en sus letras trasciende esta canción y aquella etapa en Invisible (1973 – 1977), es un elemento permanente en su obra. Un viaje sin destino establecido, que se transforma en una constante invitación hacia el futuro. En alguna forma aparece una posición Nietzscheana en aquel buscar siempre desde el asombro, desde el ser del niño y su inocencia, como aquel estadio más elevado del espíritu humano. Y también se encuentra en aquella negación constante de las certidumbres, la lírica de Spinetta no apunta a verdades ni certezas, es pura apertura.
La verdad es lo más inestable, por eso se le busca. Si fuera aquello que verdaderamente se sabe… ¿no?, medio como que se va cayendo en la medida que se le encuentra.
Luis Alberto Spinetta
Nietzsche nos habló de deplorar las nostalgias y el uso del pasado como discurso defensivo, como conducta acorralada o adoración de monumentos. La vida no puede oler a museo. En definitiva, se trata de un modo de encarar las situaciones que se presentan, de una forma de relacionarse con el futuro o de considerar el presente siempre en tiempo futuro. Y si las almas deploran todo encierro es porque mañana es mejor.
Castaneda y la visión mágica de la realidad
Aquella actitud emocional permanente en la obra de Spinetta, su apertura a generar nuevas preguntas y la inquietud por el futuro, lo llevaron en una etapa de su carrera a sumergirse en el universo simbólico y literario de Carlos Castaneda, antropólogo y escritor peruano, nacionalizado estadounidense, que escribió a partir de su experiencia de conversión en un chamán nahual tolteca, en la década de los 60 del siglo pasado. En la obra de Castaneda, controvertida para la academia, Spinetta encuentra imágenes literarias, conceptos fundamentales sobre los cuales trabajar su música. Así lo explica en una entrevista dada a Monitor Argentino TV en 1988.
«Lo que me pegó fuerte lo traté de imprimir con música en algún momento, tomando pequeñas cosas o cosas sutiles que me impactaron y me daban imágenes poéticas, sobre todo hablando de Castaneda, que es un poco una visión permanente, a partir de que lo leí no me pude desprender. En el último disco (Tester de Violencia, 1988) por ejemplo, hay una imagen que dice que «la mujer sabe el devenir porque ve mirando con el ojo del sur, el ojo mira el magma», que no es nada menos que la vagina que apunta hacia el centro de la tierra y a través de eso, ve la fuerza real que nos separa o nos reúne de esto (la realidad)».
«Creo que siempre Castaneda es como una permanencia, pero tomo como quien toma una gota de un mar, no puedo tomar todo eso (toda la obra), no me puedo hacer cargo de semejante cosa».
Sin embargo, fue el disco Alma de Diamante (1980), de su banda Spinetta Jade, el que estuvo más influenciado por la obra de Castaneda, quien relata que Don Juan, un antiguo sabio tolteca, le enseñó que una vez alcanzada la práctica, cubriéndose el rostro con ambas manos, y en estado de determinada contemplación –o trance–, es posible «Soñar», o mejor, ver más allá de este mundo físico. Lograr un estado alterado de conciencia. Pues bien, la canción «Con la Sombra de tu Aliado» dice:
«…luego en el desierto ves la verdad
y te sueñas con las manos…»
Absolutamente todo el disco está lleno de imágenes y referencias de la obra de Castaneda, de figuras arquetípicas potentes como las del aprendiz, el iniciado, el doble astral, la vida asceta y el transitar por el desierto, real y simbólico de la vida, los que actúan como corolario de un disco brillante, uno de los puntos altos de toda su carrera y que en lo musical lo hizo explorar en un estilo más cercano al jazz y el rock progresivo.
Foucault y Deleuze: sobre el cuerpo, la cultura y el poder
El ya citado disco Téster de Violencia (1988) representa un hito temático en la obra de Spinetta, ya que sitúa como eje de sus letras la cuestión de la violencia. Se hace evidente la influencia que tuvo el filósofo francés Michel Foucault en esta etapa de su obra, en particular el libro Vigilar y Castigar (1975). De igual manera, Gilles Deleuze y su concepción de sociedades de control ayudaron a forjar una etapa en la obra del «Flaco» que dejó de lado las expresiones y temáticas que habían sido parte de su lírica tradicional. Así lo explica Eduardo Berti en su libro Spinetta: crónica e iluminaciones (1988), donde señala:
«La temática del cuerpo, eje central de Téster de violencia, resulta novedosa para alguien como Spinetta, que durante mucho tiempo le cantó al alma, e incluso bautizó a uno de sus mejores discos como Alma de diamante (1980). Este cambio fue simétrico, además, al hecho de que el Flaco pasó de leer con devoción las obras de Antonín Artaud (para quien el cuerpo es la cárcel del alma) a los textos de Foucault (para quien el alma es la cárcel del cuerpo)».
El «Flaco» había dejado de lado ese lenguaje literario, poético, simbólico, marcado por imágenes metafóricas y profundas que había desprendido de los textos de Castaneda, para poner en juego ahora la cuestión concreta del cuerpo y el poder. Cada uno de nosotros es un elemento de poder, una forma de testear individualmente cuál es el poder que estamos dispuestos a ejercer, diría en una entrevista posterior. Así lo expresa una de las canciones ícono del mencionado disco del año 88′, titulada «La Bengala Perdida», que trata sobre el caso real de asesinato del aficionado Roberto Basile durante un partido de fútbol al ser quemado por una bengala arrojada desde la tribuna del bando contrario.
«…Adentro queda un cuerpo
La bengala perdida se le posó
Allí donde se dice gol…»
«… Bajo la herencia la inmortalidad
Cultura y poder son esta porno bajón
Por un color, sólo por un color
No somos tan malos ya la cancha estalla en nada…»
La cercanía de Spinetta con el pensar de las filosofías posestructuralistas de la época, la comentó en aquella entrevista para Monitor Argentino TV (1988), donde señala:
«…emparentado con Foucault, por ejemplo en un libro como Vigilar y Castigar, que me parece es una introducción al Psicoanálisis realmente en serio, y por más que no te vayas a psicoanalizar, me parece fabuloso leerlo porque es verse a uno mismo desde el punto de vista de lo que hemos creado como norma represiva entre todos. La profunda inocencia que hay en el fondo de toda gran represión, son manojos de carnes que andan ahí, ninguno logra más que ser una cruz… ¿no?».
Si mientras en aquellas composiciones primeras del joven Spinetta la cuestión central estaba vinculada a temáticas clásicas de la metafísica, como es el caso de «Barro tal vez», canción que escribió a los 15 años, y que manifiesta en uno de sus pasajes:
«…Si quiero me toco el alma
Pues mi carne ya no es nada.
He de fusionar mi resto con el despertar
Aunque se pudra mi boca por callar»,
El Spinetta de los 30 y 40 años puso en medio de su lírica la cuestión social, el peso de la reproducción cultural de la opresión y su expresión en el cuerpo. Es un Spinetta más militante en lo musical, cuestión que se plasmará de forma incluso más clara en su participación posterior en movimientos que fomentaron el uso del cinturón de seguridad y el respeto vial en Argentina.
Heidegger: No te busques ya en el umbral
«Actualmente estoy abierto a la pregunta por el ser, es una cuestión de mi interés por estos días». Así declaraba Spinetta en una entrevista a principios de la década de los 2000 al ser preguntado por el sentido de sus letras en ese momento. Y en efecto, el disco Para los árboles del año 2003, dedicado a la en ese entonces recientemente fallecida María Gabriela Epumer, estuvo inspirado por el pensamiento del filósofo más importante del siglo XX en occidente, Martin Heidegger. Los vínculos de Spinetta con el maestro alemán superan lo relacionado con este disco. Ambos autores entendieron la poesía como el más adecuado lenguaje del ser, y entendieron que el sumergirse en la naturaleza, como ejercicio existencial, es una de las pocas instancias donde el ser humano se puede enfrentar con el sentido trascendental de su existencia. Mucho de esto está plasmado en el disco Para los árboles (2005), pero también en otras épocas de su obra.
En la canción «No te busques ya en el umbral», del disco Los niños que escriben en el cielo (1981) de Spinetta Jade, se desarrolla una bellísima reflexión en torno al límite, real y simbólico, entre el exterior y el interior. El afuera y el adentro. Lo que está dentro del hogar y el jardín. En medio de esto, la cuestión del ser.
«….Tu ser sin querer se abrirá de la luz,
se irá sin saber que lo amaban…»
«…Perdido en el mundo tu ser te dolerá al fin,
ombligo de piedra marcado.
No te busques más
en el umbral
para que sepan la forma de tu alma
y que siga la melodía…»
Las temáticas existenciales vinculadas a la cotidianidad siguieron siendo una constante en los discos de Spinetta durante la década del 2000, como es el caso de Camalotus (2004), que contiene canciones que no alcanzaron a ser incluidas en el disco anterior Para los árboles, en «Pan» (2005) y en Un mañana (2008), el que sería a la postre su último disco de estudio.
Un poco loco, muy en serio
La obra de Luis Alberto Spinetta, en toda su extensión, fue criticada por ser demasiado críptica, difícil de seguir y entender. Y no es sólo por las complejas estructuras armónicas que contenían sus canciones, sino también por el carácter en extremo metafórico de sus letras, sus contenidos y el gran número de referencias que hizo a otras manifestaciones artísticas y literarias. Un buen resumen de la obra de Spinetta, que intente rescatar los pensadores fundamentales que inspiraron sus canciones, debería tener una extensión muchísimo mayor a la de este artículo, pues es imposible dejar de lado el enorme aporte autores del psicoanálisis como Freud y Jung, de artistas plásticos como Van Gogh y Dalí, de referentes orientales de la meditación como Lü Dongbin y, cómo no, del fundamental poeta Antonin Artaud. Para todo esto, habrá tiempo y espacio en un próximo especial.
Inmerso en todo este inmenso caudal conceptual y artístico, por el cual algunos lo trataron de loco, Spinetta reflexionó en torno a esta cuestión en una entrevista para Monitor argentino TV, el año 1988 :
«Que te digan loco es alucinante, sobre todo si no estás rematadamente loco y no eres realmente dañino. Y lo veo como que verdaderamente el loco es «la locura el mundo», un poco. Yo a veces pienso que nosotros, los que aparentemente estamos cuerdos, no solamente que somos locos atenuados, sino que además organizamos nuestra estructura total para no gatillar la locura que se ofrece por la erogación cósmica en sí…»
«…Tarde o temprano ese lenguaje marginal, ese no lenguaje, creo que tiene una estructura absolutamente cósmica que no se puede descartar. El lenguaje de los los locos, mañana será el de los cuerdos».
-Lo curioso es que en medio de todo esto, Foucault habla en Vigilar y Castigar de la cuestión de la familia y la escuela como lugares de opresión. Vos tenés una familia bien constituida y tus niños van a la escuela, supongo. Y todo eso, ¿Cómo pega?
-Yo lo he compatibilizado con mi vida saliéndome del plano teórico. Un poco todo eso es literatura, pero vivir es otra cosa.
Fuente: La Tercera PM
Autor: Rubén Espejo