Surcando en franco vuelo las incesantes horas nocturnales, vime impelido por una poderosa fuerza sobrenatural que me arrebató en sueños en un alado carro de fuego, aventurándome a descifrar los ya muy antiguos misterios de la escritura cuneiforme sumeria, que a su vez nos fuera legada desde lo más alto de los estrados celestes por los Anunnakis.

Aquí me encuentro desde aquel entonces, sumergido en las aguas de lo onírico, desplegando sobre la mesa de exquisitas maderas el rollo de piel de carnero iluminado con polvo de oro, para zurcir en él inefables versos con apenas una caña hendida antes que la tinta se seque en su respectivo tintero.

En estos tiempos regidos sin lugar a dudas por el flash y la pose, he de prorrumpir en un grito estentóreo alzando mi voz disidente en el llano, ofreciendo lo más granado de mis glosas en un panegírico infinito deshaciéndome en loas a dos grandes inventores insólitos, venidos de los más fulgurantes astros venusinos, unidos en la eternidad por lo vivo y efervescente de su ingenio, estos son nada más y nada menos que Hefesto (dios del fuego y la fragua) y Jorge Luis Borges.

Venidos de edades y cosmovisiones tan lejanas como dispares,más temprano que tarde podremos ver, ocasional y oportuno lector, que ambos personajes se interceptan allí,en la construcción de los artilugios y objetos más sofisticados de los que se tenga registro dentro del copioso acervo de la historiografía de la invención.

Para tal fin nos situaremos en dos lugares. A saber:

  1. La cúspide del volcán Etna.
  2. La llanura bonaerense del Río de la  Plata.

Todo cuanto se ha dicho de Hefesto, llega a nuestros oídos por boca de Hesiodo.

Así, entre muchas de sus incontables peripecias, se nos hace saber que su fragua se ubica en los volcanes, más precisamente en el volcán Etna.

Allí pasa sus días, abocado concienzudamente a cumplimentar los numerosos encargos que desde lo alto del Olimpo le son demandados.

De tal manera que toda vez que podemos observar el entiznado humo del Etna ascender a los cielos, es más que sabido que el dios del fuego y la metalurgia, está tomando parte en sus labores.

Es bueno decir, llegados a este punto, que no está solo en sus tareas, antes bien, se encuentra muñido de la no menos que indispensable ayuda de los cíclopes.

En su taller, se han alumbrado todo clase de ingenios y portentos técnicos, algunos de los cuales pasaremos a enumerar sucintamente:

  • El rayo de Zeus.
  • El arco y la flecha de Eros.
  • El collar de Armonía.
  • El cetro de Agamenón.
  • El carro de Helios.
  • Las sandalias de Hermes.
  • La armadura de Aquiles.
  • La ánfora de Pandora.

Incluso en la cúspide del prodigio de su fragua, se lo ha llegado a considerar el hacedor de los primeros autómatas humanoides que poblaran la tierra y que ayudaran tanto a hombres como a dioses en sus cotidianos menesteres, confiándoles tareas tanto de custodia,como de esparcimiento.

Estos innumerables prodigios cobraron fama a lo largo y ancho del vasto mundo, y con el correr de los siglos, inspiraron a los hombres a ingeniar así mismo sofisticados artilugios nacidos de su fértil imaginación.

Trasladados a través del tiempo y el espacio a la llanura bonaerense, más precisamente al Río de la Plata, podemos encontrar en los albores de la pasada década del 40, la publicación de algunos objetos microscópicos acerca de los cuales hoy en día aún estamos debatiendo su gravitación, la cual excede a la misma literatura y toca muy de cerca a la ciencia,especialmente, a la física cuántica.

Borges caricatura

Estos objetos culturales, no son otros que los textos de Ficciones, de Jorge Luis Borges.

Este compendio de textos, reúne el corazón del corpus borgeano, destacándose especialmente los siguientes narraciones:

  • El Jardín de los senderos que se bifurcan.
  • La biblioteca de Babel.
  • Tlön,Uqbar,Orbis Tertius.

Con la publicación de esta obra, el autor llegó a colgarse la cucarda más laureada que un escritor puede portar, la de crear un procedimiento a partir del cual otros autores puedan generar objetos similares.

Abrevando luego de trajinar un arduo camino al concepto de Literatura conceptual, también llamada Literatura no empírica o bien Ficción especulativa.

Estos textos generan un meta/diálogo con las propias estructuras de la literatura, acercando fórmulas y procedimientos que dejan entrever que no hace falta que esté el texto escrito, lo importante es tener la idea de como es el texto, luego vendrá otro y lo hará.

Las irradiaciones de la obra borgeana, exceden por mucho a la propia literatura y se expanden hacia múltiples orillas como por ejemplo el género policial, la cábala, la filosofía, religión, y por supuesto la física, especialmente la física cuántica, combinando el lirismo con la más alta perfección del pensamiento crítico.

Así podemos ver en el cuento “El jardín de senderos que se bifurcan”, un anticipo literal de la teoría de los universos múltiples, en el cual Borges propone un laberinto temporal en el que el Universo se replica en tantas copias como alternativas hay antes de una opción.

De esta manera adelantó en al menos 15 años la publicación del físico Hugh Everet III, quién no tenía idea de la existencia de este escrito al momento de trabajar sobre esta teoría.

Es realmente muy notoria y no menos que extraordinaria la existencia de este anticipo literario sin precedente en la historia del pensamiento de la humanidad.

Al parecer, las fantasías inteligentes formalizan intuiciones del funcionamiento del mundo que luego, son antologadas por la ciencia.

A la luz de estas memorables historias que atizan las brasas del alma y del espíritu, me sospecho que es un rumbo certero alejarse de las muchedumbres bulliciosas y espectrales en procura de tareas más artesanales y nutricias que sazonen nuestras vidas con aliños más sabrosos e imperecederos.