Desde los ecos de la tarde, cuando el día declinaba y la luz del sol moría inexorablemente, llegó a mi encuentro, envuelta en vaporosa bruma, la figura de Tobías Lestelle.

Qué difícil tarea definir su quehacer en pocas líneas, sería sin dudas la más pálida de las semblanzas. Más allá de eso, no puedo menos que aventurarme a bosquejar algunos ribetes de su persona.

Desde el minuto cero, abre la puerta con generosidad al diálogo, extrovertido, cálido, fresco y directo; siento estos atributos que revisten la figura del joven emprendedor, que se desempeña con innegable fervor en las más diversas áreas, ya sean estas artísticas o bien ligadas al ámbito de lo contable, ya que además de ser un cantante de dilatada trayectoria, un productor y director en ciernes, también es, para mi absoluta sorpresa, contador.

Fanes nos da abrigo y cobijo en esa tarde de tinte gris y otoñal. Una vez instalados cómodamente en la sala Saturno, damos rienda suelta a mil y un relatos, que se bifurcan en mil y un senderos, tornándose un infinito entramado.

Nos comenta sucintamente acerca de su labor docente y deslizamos pensamientos en torno a la tarea educativa y la figura de los mentores en la formación artística.

Eso da pie a que, con toda gracia, me narre en primerísima persona su génesis como gestor cultural – cantante – docente; en resumidas cuentas, factotum.

– La idea de este conversatorio, Tobías, no es solo que nos pongas al tanto de tus intereses actuales, próximas funciones y demás, sino que la inquietud que nos convoca es conocer el sendero que te ha traído hasta aquí. Sí, es un tanto metafísico…

– ¡Si! (entre risas).Te diría que desde niño ya tenía una gran pasión y me entusiasmaba sobremanera todo aquello vinculado al mundo del arte, ya fuera teatro, cerámica, canto, danza; así mismo nunca tuve vergüenza o temor a ser observado. De hecho, me disfrazaba con lo que tenía a mano y elaboraba mis personajes. De alguna manera siento que hoy en día también me encuentro conectado con ese niño interior que juega y se involucra con su hacer no desde el prejuicio,sino desde el goce y el disfrute de lo lúdico.

Imaginate el contexto. Soy oriundo de Cinco Saltos, una localidad muy pequeña de Rio negro, cercana a Neuquen. Los ámbitos en los cuales podía desarrollarme eran bastante escasos, suponte que había tres coros y pase por todos ellos, pero recalco que nunca tuve temores, disfrutaba de esas instancias, lo vivía con suma naturalidad. Encontraba en mi hermana una compañera en esas horas de descubrimiento en la infancia y que se prolongó a lo largo del tiempo,compartiendo su amor por la música y en especial el canto.

 

Un maestro es aquel que te ayuda a encontrarte con vos mismo y por ende con tu propuesta estética»

 

– ¿Cómo fueron esas primeras instancias formativas en tu terruño?

– Y … sobre todo eran maestros de oficio, muy amantes de su quehacer, pero sin el encuadre formal o teórico de una ciudad como Bahía Blanca. Más allá de eso, considero que un maestro es aquel que te ayuda a encontrarte con vos mismo y por ende con tu propuesta estética; es decir, desde un conocimiento de vos mismo, ir al encuentro de otros, llevando tu propuesta.

– Coincido total y absolutamente, al punto tal que para ajustar diversos aspectos técnicos tenemos toda la vida,pero eso sin una razón que lo motive, sin algo que decir, se tornaría vacío,carente de sentido.

– El tiempo fue transcurriendo y al llegar la adolescencia continué adentrándome en el mundo del canto, formando parte del coro de la escuela confesional a la que asistía. Si bien el repertorio era bastante neutro y demás, podía notar como esa llama o fuego interior del llamado artístico persistía en mi corazón. De modo que le expresé a mi familia, en especial a mi madre, el deseo de formarme como cantante

Tobías Lestelle en Fanes

¿Cuál fue la respuesta de tu madre?

– No conté con su beneplácito… Básicamente estaba de fondo ese prejuicio de que el artista es poco menos que un vago. Por lo cual me instalé en Bahía Blanca, a fin de llevar a cabo mis estudios de contador público nacional. Nunca me sentí parte de ese entorno, ya que energéticamente uno busca estar cercano a aquellos con quienes comparte ideales semejantes. De modo tal que una vez que me hice de mis primeros dineros comencé a estudiar canto y piano en la Escuela de Comedia musical de Valeria Lynch, bajo la guía del maestro Pablo Muñoz Barra y, al tiempo, de manera particular, con la célebre maestra uruguaya Irene Abreu Barcelo. Sentía que aquellos años de tránsito en los claustros universitarios de alguna manera me había alejado de mí mismo, y con este vuelco a la formación artística y vocal,comenzaba a florecer no solo en mi propuesta estética, sino como ser humano.

– Por lo que comentas eso marcó un punto de inflexión, y se articula con la propuesta que acercás en estos últimos tiempos, más ligada, por caso, a la comedia musical o bien al teatro de revistas. ¿Cómo fue ese tránsito?

– En el recorrido de mi formación vocal, bajo la tutela de estos maestros, percibí en mí la necesidad de buscar un campo de acción para llevar adelante mi labor como artista, y eso me llevó a ingresar al Conservatorio de Música de Bahía Blanca. Fue realmente patear el tablero, abocarme denodadamente a abrazar aquello que amaba. Aunque transcurrido un tiempo, mis necesidades creativas y expresivas desbordaban a lo mejor la impronta más escolástica y conservadora de aquellos foros. Me sentía un tanto encorsetado en ciertos manierismos arbitrarios, y encontré en la Comedia Musical el lugar más apropiado para dar rienda suelta a mis inquietudes estéticas y teatrales.

¿Encontrás por caso, una analogía entre tu infancia libre de prejuicios y este mundo más ligado a encarnar a un personaje y elaborar un rol desde ese lugar, poniendo especial énfasis en lo expresivo y en lo comunicacional?

– Totalmente. De hecho, una vez en esa senda, las propuestas no tardaron en llegar. Hay que estar preparado, claro, en lo actoral, en lo vocal. Recuerdo que mi primera experiencia fue como príncipe en «Cenicienta», luego siguieron «Bella y Bestia», y a la par de mi actividad como intérprete, también veía la necesidad de apostar a la producción y a la dirección, para dar de lleno mi impronta y visión al espectáculo teatral.

– Esto nos conduce de lleno a la comedia musical que estás produciendo ahora mismo…

Sí,es una apuesta a lo grande; de hecho para los técnicos del Teatro Municipal es un desafío, ya  que obras de este calibre no llegan a la ciudad. La obra se llama «La jaula de las mariquitas», y es una adaptación de las «Jaulas de las locas», con mucho brillo, bordado, números musicales alucinantes, elementos entrando y saliendo, una puesta en escena desafiante, con mucho esfuerzo y toda la calidad. Deseaba brindar un espectáculo  superlativo. De fondo, el tópico fundamental es cómo la sociedad juzga aquello que está bien y lo que está mal, el aparentar, el fingir, y la incongruencia de ciertos mandatos sociales ya obsoletos, perimidos y caducos. Si bien está llevada a un género revisteril, con vedettes, drag queens, más de veinte bailarines en escena, sería básicamente una comedia.

Así, totalmente imbuido de gemas y bordados, dimos cierre a nuestro encuentro, sin advertir cuán lejos habíamos llegado en nuestras elucubraciones y devaneos. Con el deseo de entregarme de lleno a mis labores diletantes, salí a ganar la calle siendo testigo de que hay que soñar a lo grande. Para bajar, hay tiempo.