Argentina es sin lugar a dudas un país sembrado a guitarra. Da viva muestra de esto el hecho de las muy diversas  improntas guitarrísticas que prosperaron a lo largo y a lo ancho de su vasta extensión. Así podemos encontrar en la región cuyana todo el picor de sus ardidos floreos y en la llanura bonaerense, en cambio, el cansino andar de cielos y vidalitas.

Hijo de este tórrido romance por la guitarra, Fanes acerca una entrevista a Esteban Cereijo.

Entre mate y mate, cebada a cebada, Esteban va entretejiendo un cálido diálogo y compartir al rescoldo de un fuego amigo por la música. Allí nos comunica su búsqueda honesta y sus múltiples inquietudes.

– Ya hace un  buen tiempo que comenzaste, junto a otros compañeros, a asistir a Fanes para diferentes presentaciones. ¿Querés comentar un poco acerca de tu experiencia en dúo junto a Wendy?

– Con Wendy se dió una conexión sumamente peculiar, única, algo que en otras ocasiones no me había sucedido, sin saber exactamente que va a hacer cada uno, nos anticipamos de antemano.

Ya llevamos unas cuantas fechas en Fanes, espacio con el cual comulgamos tanto en su espíritu como en su búsqueda estética.

Esteban Cereijo Bahía Blanca

– ¿Cómo elaboras tu rol de guitarrista acompañante? Un oficio, por otra parte, sumamente peculiar.

– Como instrumentista, siempre quise ser mí mejor versión, lo veo como un servicio hacia quienes están escuchando. Puntualmente al acompañar el canto de otros se da la peculiaridad de salir del ego, es su destrucción, tendiendo puentes y generando una sincronía con quién está siendo  acompañado. Incluso vas adquiriendo otra repentización, más propia del guitarrero.

– ¿Qué pensás acerca del guitarrero, que acompaña más desde la frescura de la intuición?

– Hay mucho mito sobre eso, una manera de acompañar a la cual  en general no se le presta mucha atención y que tiene que ver con la escucha de discos y tocar arriba de ellos, algo que todos los grandes recomiendan.

– A la hora de componer ¿Cómo se gestan esas ideas, tenés un método predeterminado o te dejás sentir en libertad?

– Con las canciones a la hora de componer, creo que tengo más de un método, no hay una sola manera, son muchos los caminos. En general, me gusta crear ambientes que intenten estar por fuera de lo común.

Si bien soy fanático de la melodía, tiene que existir algo que te llame la atención y te invite a seguir escuchando. Sobre todo esta búsqueda está presente en el primer álbum, aunque se continúa de alguna manera hasta el último disco.

– ¿Recordás cuál fué tu primera canción? ¿Encontrás algún tópico que desarrolles a lo largo de tu obra?

Mí primera canción fué dedicada a mí abuelo, Don Pipi, y después vinieron todas las demás. Encuentro un gran disparador en mí familia, que siempre ha sido y es, al día de hoy, muy presente y con la cual estoy muy agradecido.

«Me gusta crear ambientes que intenten estar por fuera de lo común»

– ¿Notaste un cambio de temas en las canciones más recientes?

– Las últimas canciones quizás tienen otro tipo de búsqueda, una revalorización de otros espacios de la vida. Algunas más cercanas a la protesta, como es el caso de los escribidores.

– En cuánto a las texturas de los acompañamientos guitarrísticos de tus canciones, ¿cómo te resulta tocar y cantar a la vez con esa propuesta tan perfilada?

– Algunas composiciones son un poco enroscadas en cuanto a lo guitarrístico como es el caso de Tigris que está en un re dórico. Como soy más guitarrero que cantor, siempre le voy a meter más a la guitarra que al canto.

– Al momento de componer, algunos autores ya van con una propuesta de antemano, un concepto más cercano a lo matemático. ¿Cómo vivenciás ese momento frente a la hoja en blanco? ¿Has compartido esa instancia creativa junto a otros?

– Todas las canciones parten de una vivencia, a veces dulce y otras  tantas amargas, como la nostalgia por gente querida que queda atrás o bien por anhelos que quedan truncos.

Con Fernando Cuello hemos compartido  y colaborado mucho, escribiendo en décimas, en ocasiones partiendo de conceptos previos y otras tantas no, hay muchas maneras y caminos, todos válidos por igual.

Pero sin lugar a dudas, las mejores cosas que he hecho, han comenzado por la letra. Mis últimas canciones parten de la nada inicialmente, pero al final, me doy cuenta que hablan muchísimo de lo que uno lleva adentro.

Esteban Cereijo Coronel Dorrego

– ¿Encontraste preferencia por algún disparador inicial en tus indagaciones musicales? ¿Qué lugar ocupa la socialización del hacer artístico en tu obra?

– La canción es mágica y cualquier disparador sirve para comenzar, desde un fraseo armónico hasta una idea melódica. Cada caso es diferente de canción en canción, no te podría mencionar un solo método. Escribo a mano, me encanta, el hecho de compartir tu trabajo con personas que incluso no te van a decir solo que lindo que lindo, es fundamental, para ir un poco más allá.

– Hoy en día, ¿continuas escribiendo las partituras a mano?

– Mis primeros dos discos estaban totalmente escritos, hoy por hoy eso fué cambiando, pero al igual que en el caso del texto prefiero escribirlo a mano.

Despedida y palabras finales

En un tiempo ayuno ya  de mística y grandes relatos, en los que una lobotomización digital nos distancia unos de otros, la propuesta sensible y honesta de Esteban, tiende lazos de  calor y fraternidad en un mundo aterido de frío.

Quedan invitados a la escucha atenta y nutricia de este autor, que pueden encontrar en las plataformas digitales.

A continuación un enlace con una selección de ellas. Será hasta cualquier momento.

https://open.spotify.com/playlist/2USaMkUJFO5h4celF1lp1N?si=RfayhX5_TUyxlQYwuM80VA&pi=-dJ6BGO6RmWUf