Ay tango que me hiciste mal…y sin embargo te quiero!

 

Viaje esta elegía garufera y vibradora al rescoldo de las  más etéreas  náyades del arrabal amargo.

Aquí tirao por la vida de errante y bohemio,apenas acodado en el dintel de la puerta que conduce al cotorro misio,evocaré, desde los anales de la memoria,el recuerdo de la percanta, de la paica milonguera que entre tanda y tanda entrega el alma en un abrazo.

Y ya recalan las alas del pensamiento en Pompeya…

donde ya nunca me verás como me vieras

esperando un tren que no conduce a ningún lugar,donde la calle ya no tiene nombre.

Bajo el amparo de un cielo de estrellas, ya mi pulso se encamina febril y sin tropezones,desbocado en procura de esbozar una posible y a lo mejor nunca intentada,hermenéutica tanguera.

Interpelados quizás por esta noche de luna,repararemos en esta ocasión, en una de las asociaciones más felices que diera el género, la misma no es otra que la de Homero Manzi y Anibal Troilo, el doctor del tango.

Más precisamente, nos entregaremos al sesudo análisis de Barrio de Tango.

Los motivos son múltiples, y daremos cuenta de algunos de ellos a continuación.

 

«Un pedazo de barrio allá,en Pompeya

durmiendose al costado del terraplén…»

 

Circunscribir lo identitario a una barriada,a una parcela adoquinada de calles  suburbiales con sus respectivos códigos y entreveros, no cualquier lugar librado a las manos del azar o bien al libre albedrío.

El barrio,cuna donde todo se sabe y las historias se conjugan, entrelazan y maridan en una madeja infinita y arrabalera.

La voz empleada por el poeta nos resulte  a lo mejor un poco ajena a nosotros,seres atropellados por las pátinas de tiempos que se solazan en denostar lo demasiado perfilado.

Pero hubo un tiempo… y me animo a decir que lo sigue habiendo,en que cada barrio era poco menos que una comarca o reinado,con una impronta definida e identitaria, con sus milongas,clubes y corsos.

Vivencias que poblaran nuestros días,antes claro, del advenimiento de las propiedades verticales que nos sumen en la más vil alienación.

Antropomorfizar distintos elementos de la vida cotidiana, como objetos, animales o la misma barriada, también es un recurso que se da con suma frecuencia en la narrativa milonguera.

Así podemos encontrar en este caso que el barrio descansa en un sueño reparador,está en reposo,sin mayores sobresaltos,no transcurren sus días embebido de un pulso febril,al contrario son tierras de calma y sosiego, de refugio del hombre suburbano,que a la vera del callado terraplén erigió la morada de sus días.

 

«un farol balanceando en la barrera y el misterio de adiós que siembra el tren»

 

Un farol circense y vagones dedicados a agropecuarios menesteres no son cosas que se vean a menudo.

Acuden prontas a mi memoria palabras acuñadas por el saber popular, la belleza está en quien la sabe ver…

El hombre suburbano y milonguero, contiene en su mirar ese anticipo de destino que lo hace capaz de advertir el centellear de los cotidianos misterios que circundan su existencia.

Y en este verso ya aparece venido desde los senderos del ayer, un protagonista omnipresente de estas narraciones de la mistonga,el nunca bien ponderado tren.

Cuanto no se ha dicho ya, y aun más,cuanto no se seguirá diciendo.

Una singular nación la nuestra que duerme un sueño perpetuo,apenas acodada en una vía muerta.

Esas mismas vías, se han llevado no solo amores que nos han dejado llorando a lágrima tendida en el andén, sino también muchos otros sueños e ilusiones en busca de un porvenir mejor en lejanas y desconocidas tierras.

 

Un ladrido de perros a la luna

el amor escondido en un portón

 

La inexorable injerencia de los astros celestes que circundan en derredor nuestro, también se encuentra presente como no podía ser de otra manera en estas glosas venidas de las margenes arrabaleras.

La sempiterna presencia del satélite terrestre ha inspirado en el transcurso de los siglos las más diversas e insólitas historias,así conocemos por ejemplo la tan mentada leyenda del séptimo hijo varón que en las noches de luna llena ha de convertirse en un feroz y salvaje lobo.

Una vez transcurrido el potente influjo lunar, recuperará  su anterior apariencia de ser humano,a lo mejor Homero Manzi ha tenido esto en cuenta al momento de zurcir los versos de este tango.

Después de todo, eso explicaría la alteración de los sentidos de los perros callejeros y marginales reunidos en coro,alzando en cuello sus voces, profiriendo ululantes aullidos a la diosa lunar.

No podemos dejar de mencionar llegados a este punto,a la luna como testigo de nocturnos y ocultos amores, a lo mejor un poco corridos de ciertas normas y costumbres,pero la diosa Selene que todo lo ve, like a big brother, sabe que estan allí,anhelantes y acechantes.

Incluso se le adjudican la responsabilidad de las más impúdicas acciones,so color de su magnético influjo energético,basta citar por ejemplo las siguientes líneas que aunque no son propias de esta Tango, bien sirven de pruebas: culpable es la noche que incita a querer.

Y es justamente allí quizas que nos encontramos de cara a la conjunción con las palabras «el amor escondido en un portón».

No en un zaguan, ni en un lupanar…no, en un portón.

Fingiendo un ocasional y no premeditado encuentro,para nada estipulado, perdidamente entregados en el abrazo de la noche, al amparo de las estrellas que desde lo alto del cielo se figuran como chaperonas centellantes, fisgoneando el lascivo proceder de los enamorados en cuestión.

 

y los sapos redoblando en la laguna

y a lo lejos la voz del bandoneón

 

El espejo de agua oficiando de oasis en medio del horadado recinto de hormigón armado, cemento y asfalto.

Último resabio de una poética de la natura,resistencia del penúltimo pulmón verde.

Este meta/barrio onírico y arrabalero nos remite al mundo de las ideas platónicas, no es un barrio cualquiera, más bien todo lo contrario, es “El Barrio de los Barrios”.

Locación en la que aun podemos ver y oir retozar a la fauna autóctona, y los pulmones de manzana,brotan por doquier.

Alli,aun impera el gobierno de la madre natura,frente a la leonina saña de las empresas constructoras de reductos alienantes habitadas por humanos in a box.

El silencio de la barriada se corta en el aire por unas notas elegíacas,apenas musitadas por esta oruga fónica,venida de un lugar tan recóndito como arcano y sin embargo….tan nuestra.

El bandoneón constituye de suyo un portento de la técnica, inventiva e ingenio humano,asi mismo su abordaje no es asunto que se resuelva en un día.

Singulares amores son  los que se suscitan de sus articulaciones,fraseos e interjecciones, se me figuran insinuados jadeos amatorios,apenas cómplices cuchicheos entre agazapados amores, quizas por eso se nos mencionan como lejanos, quien estas lineas subscribe,gusta de imaginar que nos estamos adiestrando en las artes y bosquejos amatorios para un amor final y mayor que nos espera en el final de los tiempos.

 

Barrio de tango, qué fue de aquella,

Juana, la rubia, que tanto amé.

¡Sabrá que sufro, pensando en ella,

Desde la tarde que la dejé!

 

y desde el ocaso de los innumerables ayeres…surge como un sol resplandeciente, otro de los grandes temas de la literatura universal, o a lo mejor si me apuran, diré que es el único gran tema…el amor.

Las revisiones histórico/culturales de los pactos vinculares,son temas transversales que convocan el deseo de los seres humanos desde que el mundo es mundo.

Cuando somos portadores de la buena nueva del amor,alcanzamos de alguna manera,aunque más no sea un pálido ribete de inmortalidad, una tenue sombra de posteridad,más cuando la suerte es reacia a brindarnos una buena mano, se anegan los caminos y vamos a perdida en las paritarias del amor.

Por eso mismo el poeta pone en duda la decisión tomada en el pasado, y alza su voz cuestionandoe inquisidor….¿y si me equivoqué…?

No hay en estos menesteres desde luego red de contención posible, a la manera de las disciplinas circenses, antes bien la caída cuanto menos es  dolorosa y estrepitosa.

 

Barrio de tango, luna y misterio,

¡desde el recuerdo te vuelvo a ver!

 

El remate de los versos del estribo no nos sorprenderá en absoluto,vana ilusión y abstracción de imágenes mentales o bien….impresiones del alma, impregnadas allí mismo en un rincón de la memoria a la manera del relato de “Funes, el memorioso” de J.L.Borges que todo lo recuerda, ad infinitum.

A la luz de quienes somos hoy, rememorar el ayer en retrospectiva, volviendo sobre nuestros pasos que se pierden en el adoquinado boulevard.

Ha querido el acervo popular acuñar alguna que otra etimología de bolsillo, a la que echaremos mano ahora mismo.

Volver a ver desde el recuerdo, me hace pensar en recordis, volver a visitar en el corazón.

Para algunos esto no revistirá mayor importancia que la mera cursilería, sin embargo, según los antiguos, en el corazón residían los principales y más valiosos atributos del ser.

Así,por caso, la valentía de los gallardos y heraldos armados,residía justamente allí, en su corazón.

Otras leyendas de la antigüedad nos cuentan que dichos corazones eran tomados como preciados botines de guerra y engullidos en parte como alimento en el marco de una ceremonia mística, en la cual  al ingerirlo,quienes lo comían se hacían con las facultades del obseso.

Cuán lejos de la costa del pensamiento nos han arrojado estas dilatadas cavilaciones…

uniendo nuestra voz al poeta bien podemos afirmar sin lugar a dudas que el corazón, cumbre de nuestros anhelos y deseos más íntimos, en el sitio más oportuno para revisitar las esquinas de las adoquinadas calles en las que tanto hemos amado entre versos y entreveros.